No puedo negar lo mucho que has contribuido a mi evolución como un infame escritor. Tampoco puedo negar las tardes en las que me salvaste de cruzar esa delgada línea entre el placer y el suicidio, con tu sarcasmo y tu crítica certera. Puedo decir con creces que eres mi favorito, incluso por encima de la genialidad de Cortázar —y eso ya es decir mucho. Aun así, son muchas las diferencias que nos separan, tantas que me hacen pensar que soy mejor que vos en este maldito arte al que intento entregarme, mi estimado Mr. Bukowski.
Escribiste un libro sobre lo que es ser un jodido cartero, y sorprendentemente no fue para nada aburrido. Pero yo sé lo que es estar verdaderamente en las calles. Conozco el peligro de cerca. He sido taxista en el tercer mundo. Si alguien tiene historias que contar, es un jodido taxista. Ni siquiera un astronauta puede sentir la adrenalina que experimenta un taxista: seguro que nunca te apuntaron con una calibre .40 entre las cejas. Nunca tuviste que manejar como un maniático, espiando el espejo retrovisor con un par de lacras sentadas en el asiento posterior. Dudo que alguna vez una prostituta se te haya sentado al lado, esnifando coca antes de sumergirse en alguna esquina oscura. Así que no, viejo: no podrías escribir las historias que salen de mi pluma cuando la musa me visita. Este round es para mí.
Nuestros padres… ambos fueron jodidos alcohólicos. Pero el mío siempre estuvo allí. Nunca faltó el alimento, ni un intento de buen consejo. Nunca me puso una mano encima. Sé que tu infancia fue distinta, más cruel. Sería una falacia decir que pasé por algo similar. Así que ese segundo round, con dignidad, te lo cedo a vos.
Ahora, el tercero… ambos hemos sido atrapados y seducidos por la magia de las mujeres. No solo escribimos relatos, sino jodidas novelas enteras adorando todo su ser. Podemos coincidir en que, si la mujer viene del Edén, es imposible que provenga de la infame costilla del hombre. Vos y yo podríamos llenar una Alejandría entera venerando y odiando a ese peculiar ser. Así que este tercer round también es un empate, viejo.
Nos hemos lanzado buenos golpes, mi estimado Bukowski. Y sé que podrías romperme la boca por tanto blasfemar a tu manera. Tenés una zurda pesada, viejo borracho, pero yo peleo con ambas manos. Recuerdo cuando defecaste sobre nuestro querido Ernesto. Fue fácil competir contra Hemingway: tu realidad era más visceral y cruda. Pero lo mismo pasa conmigo, Bukowski. El mundo en el que vivo es apocalíptico, siempre al borde de la jodida extinción. Terremotos destruyen ciudades enteras. El plástico ha devorado los mares. Y los progres, con su cultura woke, son una partida de imbéciles sin dos dedos de frente.
Su ideología de géneros es absurda y nefasta. Hay hombres que se ven y actúan como niñas de seis años. Niños que son mutilados con apenas cinco porque “se sienten mujeres”. ¿En serio pretenden que aceptemos toda esta jodida mierda?
Bukowski, el mundo que dejaste atrás era un parque infantil comparado con esta cloaca moderna. Más volátil, más absurdo, más transgresor y peligroso. Supongo que si vivieras en esta época podrías aguantar un jodido round más contra este infame escritor… pero, siendo sinceros, te haría añicos, viejo.
Gracias por tanto, y por nada.
Nos vemos donde la nada se vuelve todo y viceversa.
Espérame con un whisky de Tennessee a las rocas, viejo decrépito, que por los vientos que soplan sobre este efímero mundo… será muy pronto.
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